En este artículo el Doctor Antonio Lozano, otorrino en Gijón, analiza cómo la Otorrinolaringología es clave para entender la pandemia de Covid-19 que estamos viviendo. La ORL como barrera natural contra las infecciones. ¡Esperamos que te guste este post!

Fue Hipócrates, nacido en la isla griega de Cos en el 460 a.C. quien primero comprendió la noción de enfermedad y separó la Medicina de la religión y de la magia, considerado por ello como el padre de la Medicina. Su teoría de la enfermedad consistía en la existencia de un desequilibrio entre los cuatro humores pero no sabía qué o quién lo provocaba. Por entonces nada se sabía de la existencia de microbios, mientras que hoy en día gracias al desarrollo científico conocemos las causas de las enfermedades, pero aún no tenemos tratamientos efectivos para todas ellas.

La primera epidemia: la Peste de Atenas

En pleno siglo XXI vivimos inmersos en una Pandemia, provocada por una cepa de Coronavirus, una más de las muchas que ha sufrido la Humanidad desde la llamada “Peste de Atenas” la primera epidemia conocida y documentada, acaecida en el s.V a.C. el llamado Siglo de Pericles, cuando Atenas estaba en su máximo esplendor. Una epidemia que está ampliamente documentada por el historiador griego Tucídides, en su obra “Historia de las Guerras del Peloponeso”. En ella explica cómo la peste se originó en Etiopía pasando luego a Egipto, Libia y al Imperio Persa, para entrar por el puerto del Pireo y extenderse por toda Grecia.

Tucídides amplía su relato, detallando el comportamiento de la peste, sus características, síntomas y curso evolutivo. Una epidemia que durará cuatro años, desde 430 al 426 a. C.

Los médicos no tenían remedios curativos para esta desconocida enfermedad y en su obra Tucídides narra cómo “atendiendo a los enfermos, murieron los más de ellos”. Grecia quedó tan diezmada que apenas pudo sobreponerse al sinfín de fallecidos, entrando en un periodo de decadencia que afectó a todas las actividades: militares, intelectuales, económicas… Atenas perdió un tercio de su población. El propio Pericles y su hijo Jantipo sucumbieron a la peste y con él su modelo democrático implantado en Atenas.

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«¡Protéjanse! ? ¡Todos luchen contra la pandemia!», Lin Han, Canadá

Una nueva pandemia llamada COVID-19

En el s. XXI parte de la Humanidad ha alcanzado un grado de bienestar inimaginable, pero lo cierto es que la comunidad humana sigue siendo igualmente frágil, aún no sabe cómo librarse de su potencial mayor enemigo, me refiero a cómo controlar los mecanismos de mutación y códigos de reproducción de los Virus.

Sabemos estimular al cuerpo humano para que desarrolle defensas inmunológicas, como por ejemplo con las vacunas, pero cuando un virus nuevo aparece en escena, el ejemplo del tablero de ajedrez sumando el número de granos en cada casilla nos puede llevar inevitablemente a una nueva Pandemia. A nivel individual seguimos siendo igual de vulnerables que en la Antigüedad.

Afortunadamente, y es un signo repetitivo en todas las epidemias desde la Peste de Atenas, tenemos poblaciones donde hay personas que sucumben a la enfermedad mientras otras sobreviven, incluso personas convivientes. Son personas que no se llegan a contagiar o más bien, que una vez contagiados ponen en acción sus mecanismos defensivos eliminando así el riesgo a enfermar.

Cuando un virus ataca, el cuerpo humano se defiende

Aquellos microorganismos que son capaces de ser nocivos para nuestra salud son conocidos como “agentes biológicos patógenos”. A diferencia de aquellos que siendo comensales no perjudican nuestra salud, solo sobreviven e incluso pueden sernos beneficiosos, a estos últimos se les conoce como “agentes biológicos saprofíticos”.

Los patógenos, al establecer contacto con el huésped, producen la denominada “infección” cuya transmisión o contagio puede ser por tres vías:

  • Transplacentaria
  • Directa (venéreas)
  • Indirecta a través del aire, agua, alimentos, fomites, insectos…

No todas las infecciones llegan a desarrollarse, ya que el huésped (nuestro organismo) tiene la capacidad de desencadenar una serie de reacciones que impidan dicho desarrollo.

El patógeno ataca en pos de su cantidad y concentración (carga viral) y su relativa capacidad de producir infección (virulencia). La virulencia del microorganismo puede variar en cada individuo infectado, atendiendo a factores como la edad, sexo, raza, genética, estado nutricional, hormonal  y enfermedades concomitantes del huésped.

El huésped se defiende con su sistema inmunitario, pero también con otras defensas no inmunológicas que tienen lugar en las barreras naturales del cuerpo humano.

El patógeno necesita una Puerta de entrada para ponerse en contacto con la superficie de una célula humana y tener afinidad con los receptores que le permitan entrar en la célula y así poder multiplicarse dentro de ella, para posteriormente destruirlas e infectar otras células, pudiendo así  llegar a destruir todo el tejido (ej. Pulmonar).

Las puertas de entrada de nuestro cuerpo son: 1) la vía respiratoria (a través de las fosas nasales) 2) la vía digestiva (a través de la boca y la garganta) 3) la conjuntiva 4) el sistema genitourinario. Siendo las más importantes las dos primeras citadas.

ORL como barrera natural contra las infecciones

Nuestra especialidad médica, la Otorrinolaringología, cobra especial relevancia en el enfoque inicial de la mayoría de las infecciones al ser las fosas nasales y la garganta las puertas de entrada que usan principalmente los microorganismos. Pero también debido a su anatomía y su fisiología, así se configura la ORL barrera natural contra las infecciones.

Ni que decir tiene que la gran barrera de protección con el mundo exterior es nuestra piel, siempre que esté íntegra y no dañada por heridas o quemaduras, es infranqueable para los microorganismos.

El contacto patógeno-huésped, se va a manifestar a nivel de nuestras membranas mucosas: nariz, párpados, boca, faringe… Las puertas de entrada del patógeno son las áreas anatómicas que dan sentido a una especialidad, la ORL, es decir Nariz, Garganta y Oídos.

Esta barreras naturales están instaladas como verdaderos escudos protectores, no solo de tipo mecánico sino también, como veremos más adelante, con materiales químicos y biológicos. Constituyendo así una defensa contra la infección de gran eficacia.

La Otorrinolaringología es experta en combatir infecciones, aquí se manifiestan un sinfín de ellas, hablamos de las otitis, estomatitis, faringitis, amigdalitis, laringitis, rinitis, sinusitis… epiglotitis.

Según la SemFYC (Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria) en el Top 10 de patologías más atendidas en consulta médica destacan por este orden: (1) la Faringitis, (2) la Rinitis o resfriado común (3) la Bronquitis. Podemos deducir que no todas las faringitis ni las rinitis acaban en bronquitis afortunadamente. A nivel nasal y faríngeo muchos individuos son capaces de detener la infección antes de su propagación a los bronquios, esto es debido a los mecanismos de defensa que en estas áreas anatómicas el cuerpo humano ha utilizado desde la Antigüedad.

Según la AAP (American Academy of Pediatrics) el Top 10 de patologías que más visitas llevan a un niño al Pediatra, son: (1) Otitis, el 90% de los niños la padecen alguna vez. (2) Dolor de garganta (3), Infección urinaria, (4) Infección cutánea, (5) Bronquitis, (6) Bronquiolitis…

Es decir los niños aún con una cierta inmadurez inmunológica son susceptibles de infecciones a todos los niveles, siendo más frecuentes la vía respiratoria y, al igual que los adultos, no todas las infecciones respiratorias de vías altas pasan a los bronquios.

Las defensas naturales en las puertas de entrada al organismo

Sí, lo hemos confirmado: se configuran los órganos y la especialidad ORL como barrera natural contra las infecciones. Y además podemos pensar que el sistema inmunológico es la principal arma que tenemos para combatir infecciones, pero no es menos cierto que sin un sistema inmunológico activo muchos individuos también son capaces de sobrevivir. Esto es gracias a nuestras defensas naturales que tienen las puertas de entrada al organismo.

¿Cómo se organizan nuestras puertas de entrada frente a los microorganismos? ¿Cuáles son esos agentes que están en la primera línea de defensa contra los patógenos?

  • En las fosas nasales, el Moco nasal.
  • En la cavidad buco faríngea, la Saliva.
  • Y en los oídos, el Cerumen.

Moco, saliva y cerumen, tres agentes especializados en cuidar nuestro organismo de agresiones externas. Estas secreciones naturales poseen sustancias capaces de matar microorganismos e impedir que se multipliquen. Su presencia en las puertas de entrada es la mejor señal de que las defensas funcionan. Sin estas sustancias viscosas que atrapan y destruyen virus y bacterias no podríamos vivir.

Asimismo la acumulación de las secreciones infectadas despiertan reflejos naturales de limpieza que expulsan a estos patógenos, tales como el Estornudo a nivel nasal y la Tos a nivel faríngeo-laríngeo.

La ORL y su regla matemática del 3 contra la infección

Una especialidad médica como ORL que consta de tres órganos bien definidos, cada uno de ellos abierto al exterior, constituyendo, tres puertas de entrada posible de microorganismos. Cada puerta de entrada organizada como una barrera natural con sus mecanismos de defensa y, por si no fuera suficiente, cada puerta de entrada dispone de un reflejo natural que se activa para este fin, evitar la invasión de cualquier extraño.

Es decir:

PUERTA DE ENTRADA BARRERA NATURAL REFLEJO NATURAL
Nariz Moco nasal Estornudo
Garganta Saliva Tos
Oídos Cerumen Reflejo del estribo

Tiempo tendremos en sucesivos posts de este blog de exponer el importante papel de cada uno de ellos.


Bibliografía

  • Bush L.M. Defensas contra la infección. En Manual MSD.  2020
  • Kravër Ch. Historia Popular del Mundo. Tomo Primero, capítulo XIII. Imprenta y Librería Religiosa y Científica del Heredero de Pablo Riera. Barcelona 1877.
  • Meyerhoff W.L. Fisiología de la Nariz y Senos Paranasales. En Rinologías de Paparella M.M. Ed. Médica Panamericana. 1991
  • Roberts J.M. Historia Universal Ilustrada. El Mundo de Grecia y Roma, vol 3. 1989
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